miércoles, 5 de diciembre de 2012


 


             Bandera de Italia                                                        
                                                                                             
                                                                                                                                                                                                                                          Escudo de Italia
                                                                                                                            

Ha sido el hogar de muchas culturas europeas como los etruscos, los griegos y los romanos y también fue la cuna del Humanismo y del Renacimiento, que comenzó en la región de Toscana y pronto se extendió por toda Europa. La capital de Italia, Roma, ha sido durante siglos el centro político y cultural de la civilización occidental, y también es la ciudad santa para la Iglesia católica, pues dentro de la ciudad se encuentra el microestado del Vaticano. El significado cultural del país se refleja en todos sus Patrimonios de la Humanidad, ya que tiene cuarenta y siete, el país con mayor número del mundo.2







Es el tercer país de la Unión Europea que más turistas recibe por año, siendo Roma la tercera ciudad más visitada.3 Otras ciudades importantes son Milán, centro de finanzas y de industria, y, según el Global Language Monitor, la capital de la Moda,4 Nápoles y Turín, centro de industria automovilística y de diseño industrial. Italia es una república democrática, forma parte del G8 o grupo de las ocho naciones más industrializadas del mundo y es un país desarrollado con una calidad de vida alta, encontrándose en 2005 entre las ocho primeras del Mundo.5
Es el país número 24º (IDH 2011) en materia de alto índice de desarrollo humano tan solo por detrás de España y por delante de Luxemburgo.6 Es miembro fundador de la Unión Europea, firmante del Tratado de Roma en 1957. También es miembro fundador de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, de la Organización Mundial del Comercio, del Consejo de Europa y de la Unión Europea Occidental. El país, y especialmente Roma, tiene una fuerte repercusión en temas de política y cultura, en organizaciones mundiales como la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO),7 el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD), el Glocal Forum,8 o el Programa Mundial de Alimentos (WFP).

Primeras Culturas y Edad del Hierro

Durante la Edad del Hierro se sucedieron varias culturas que pueden ser diferenciadas en tres grandes núcleos geográficos, la del Lacio Antiguo, la de Magna Grecia y la de Etruria. Una de estas culturas, los ligures, fueron un enigmático pueblo que habitaba en el norte de Italia, Suiza y el sur de Francia.10 Otro pueblo, los etruscos, poseían su núcleo histórico en la Toscana, y tuvieron un origen incierto. Desde la Toscana se extendieron por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona alrededor del valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Hacia el siglo V a. C. comenzó a deteriorarse fuertemente su poderío, en gran medida, al tener que afrontar casi al mismo tiempo las invasiones de los celtas y los ataques de griegos y cartagineses. Hacia 40 a. C., Etruria (nombre del país de los etruscos) fue conquistada por los romanos y, antes o después, lo fueron el resto de pueblos periféricos.11

Roma, por su parte, se mantuvo separada del resto de Italia bajo el mando del Papa y no fue parte del reino hasta el 20 de septiembre de 1870,20 fecha final de la unificación. Luego se realizó un plebiscito en el cual se eligió a Roma como la capital de dicho Reino. Fuera de sus límites sólo quedaba el pequeño Estado de la República de San Marino. Se originó un conflicto con la Santa Sede, llamado la cuestión romana, por la independencia del Papa de la política italiana, que solo se resolvió en 1929 con los Pactos de Letrán. Por estos acuerdos, Italia cedía una exigua parte de su territorio (la Ciudad Leonina en Roma y poco más) que dejaba a la soberanía del Papa. La dictadura fascista de Benito Mussolini acaecida en 1922 llevó al país a una alianza con la Alemania nazi y el Imperio del Japón, lo que la condujo a la derrota tras la Segunda Guerra Mundial.21 Durante el transcurso de esta guerra y en los años posteriores, miles de italianos emigraron fuera del país teniendo como destino principalmente Argentina, Chile, Bélgica, EE.UU., Francia y Alemania.
El 2 de junio de 1946, un referéndum sobre la monarquía estableció la república como sistema de gobierno italiano, adoptando el país una nueva constitución el 1 de enero de 1948.22 Los miembros de la familia real fueron llevados al exilio, por su relación con el régimen fascista, hasta el 10 de noviembre de 2003, cuando pudieron regresar, gracias a la modificación de la constitución por el parlamento italiano.23 Los Tratados de Roma de 1957 firmados por seis países europeos han hecho de Italia uno de los miembros fundadores de la Unión Europea.24 Desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta se produjo un período de insatisfacción por una situación político-institucional caótica que se tradujo en violencia callejera y lucha armada, actualmente llamado Anni di piombo.25

martes, 4 de diciembre de 2012




El centro histórico de Génova, antigua República Marinera italiana y hoy capital de Liguria, es sede de un espléndido tesoro artístico y arquitectónico, incluido en el 2006 por la UNESCO en la World Heritage List. Se trata de las llamadas “Strade Nuove” (Calles Nuevas) que acogen los magníficos Palacios de los Rolli, una serie de moradas nobiliarias de estilo renacentista y barroco, construidos entre los siglos XVI y XVII. Estos palacios, con su elegancia, representan la grandeza de Génova ante el mundo y formaban parte del registro de la ciudad (los “rolli”) a través del cual se elegían las residencias donde albergar a los invitados ilustres en viaje de oficial de estado.







Los cuarenta y dos palacios, completamente restaurados, incluidos en el Patrimonio de la Humanidad, constituyen el primer ejemplo en Europa de proyecto urbanístico realizado por las autoridades ciudadanas con un diseño unitario y para responder a necesidades específicas, organizativas y de representación oficial.



Santa Maria de la Gracia. Catedral de Milán






Es el tercer país de la Unión Europea que más turistas recibe por año, siendo Roma la tercera ciudad más visitada. Otras ciudades importantes son Milán, centro de finanzas y de industria, y, según el Global Language Monitor, la capital de la Moda, Nápoles y Turín, centro de industria automovilística y de diseño industrial. Italia es una república democrática, forma parte del o grupo de las ocho naciones más industrializadas del mundo y es un país desarrollado con una calidad de vida alta, encontrándose en 2005 entre las ocho primeras del Mundo



 Nopales. Napoli, Galería Umbertow
 




El área en la que se encuentra la galería era ya muy urbanizada en el siglo XVI y se caracterizó por una maraña de calles cortas unidas por carriles paralelos, que el Toledo floreció frente a Castel Nuovo. Estos callejones disfrutado de una mala reputación como había tabernas, casas de mala reputación y había consumido crímenes de todo tipo. El prestigio ganado durante siglos .

Italia Roma




En el transcurso de su historia, que abarca tres-Colosseo  fue una de las primeras grandes metrópolis de la Humanidad. Fue el corazón de una de las civilizaciones antiguas más importantes, que influenció la sociedad, la cultura, la lengua, la literatura, el arte, la arquitectura, la filosofía, la religión, el derecho y la forma de vestir de los siglos sucesivos; fue capital del Imperio Romano, que extendía sus dominios sobre toda la cuenca del Mediterráneo y gran parte de Europa, y del Estado Pontificio, bajo el mando del poder temporal de los Papas





Turín


Turín es una ciudad del noroeste de Italia, capital de la provincia del mismo nombre, con una extensión de 130 km² y una población de 905.209 habitantes.






Es el principal símbolo arquitectónico de Turín. Fue construida entre 1863 y 1888. Originalmente, fue diseñada para ser una sinagoga judía como símbolo de la libertad y la tolerancia. Sin embargo, la relación entre Antonelli y la comunidad judía no era buena, ya que este les propuso unos cambios en el proyecto original, que llevaron a la detención de la construcción. Con la concesión de otro terreno para la sinagoga, Antonelli pudo acabar la obra que fue dedicada al Rey Cictor Manuel II, con la altura del domo hasta los 167 m. Hoy en día alberga el Museo Nazional del Cinem






Leonardo da Vinci





Nació el sábado 15 de abril de 1452 «en la tercera hora de la noche», es decir, tres horas después del Ave María: a las diez y media. Lo hizo en el castillo de Vinci, cerca de Florencia. Leonardo era hijo ilegítimo: su padre dejó embarazada a una humilde joven de familia campesina llamada Catering. Su padre, Mes ser Piero Fruosino di Antonio, fue notariocanciller y embajador de la República de Florencia. El propio Leonardo fue, por tanto, descendiente de una rica familia de nobles italianos. De su madre se dice que pudo ser una esclava de Oriente Medio.




Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Vinci  fue un pintor italiano nativo de Florencia. Notable polímata del Renacimiento italiano (a la vez anatomistaarquitectoartistabotánicocientíficoescritorescultorfilósofoingenieroinventormúsicopoeta y urbanista) nació en Vinci el 15 de abril de 1452y falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas. Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio. Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. Trabajó a continuación en Roma,Boloña y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I













 
La literatura italiana está conformada por el conjunto de obras escritas con valor literario en la República de Italia, por escritores italianos fuera de este país o bien en su mismo territorio pero en épocas previas a la creación del estado. De forma más resumida, podemos decir que la literatura italiana está conformada por todas las obras de valor literario escritas en lengua italiana, lo cual nos deja un abanico temporal bastante amplio que abarca desde el siglo XII, aproximadamente, hasta la actualidad. La creación del moderno estado italiano, de esta manera, no es la clave primordial para hablar de literatura italiana, sino más bien la formación y popularización de la lengua italiana.
Los inicios de la literatura italiana son similares a los de otras literaturas en lenguas romances, como la española o la francesa. Durante los siglos XII y XIII, el latín se va abandonando y su lugar en el habla popular lo van ocupando nuevas lenguas y dialectos de raíz latina pero personalidad propia. En Italia este fenómeno tardó algo más en suceder, ya que el apego al latín era más grande. En muchas zonas se utilizó alguna variación del francés, y en otras la pervivencia del latín se hacía notar con fuerza, dando lugar a una especie de lengua híbrida entre el viejo latín y la nueva lengua romance. Poco a poco, y curiosamente de forma similar en toda la península italiana, surge un nuevo movimiento poético que utiliza ritmos nuevos y se escribe enteramente en italiano vernáculo.


Fue en Sicilia donde por primera vez se escribe en un italiano de tipo estándar, a mediados del siglo XIII, aunque fue la variación dialectal de la Toscana, aparecida casi un siglo más tarde, la que finalmente ganó la partida y fijó lo que habría de ser, más adelante, el italiano canónico, y lo que en su momento se llamó el “dolce stil nuovo” (el dulce estilo nuevo).
En esta lengua es escribieron tratados políticos y jurisdiccionales nacidos en las universidades más antiguas de Europa y en el apogeo político de las ciudades-república como Florencia, Venecia o Milán. Luego se empleó para la poesía y para la prosa, y no hubo que esperar mucho para que apareciera una obra portentosa, tal vez la más grande la literatura italiana, que fijó el modeló lingüístico y lo prestigió de forma incalculable: “La divina comedia” de Dante Alighieri. En una verdadera época dorada, a Dante lo siguieron otros dos grandes, Petrarca y Bocaccio, cuya grandeza no pudo ser igualada -literariamente- durante el Renacimiento.

Autores y Obras Destacados de Italia:
Dante Aligheri (La Divina Comedia)
Francesco Petrarca
Giovanni Boccacio (El Decameron)
UMberto Eco (EL Nombre de la Rosa)
Giovanni Papini (El mendigo de almas)
Nicolas Maquiavelo (EL Príncipe)
Alessandro Manzoni (Los Novios)
Giovanni Ver/ (Sonámbula)
Guido Piovene
Luigi Pirandello
Ítalo Calvino (El Barón Rampante)
Alberto Moravia (Los Indiferentes)
Elsa Morante  (Mentira y Sortilegio)
Isabella Di Morra
La influencia de la literatura Italiana en la historia:

Los italianos siempre consideraron el lenguaje y las tradiciones romanas como algo propio, y aún cuando la literatura vernácula empezaba a florecer en Francia y la Provenza, ellos se mantenían fieles al latín. La literatura italiana, hablando estrictamente, nació a comienzos del siglo XIII. Entre las influencias que ayudaron a formarla debe mencionarse antes que nada la revitalización del sentimiento religioso causado por san Francisco de Asís y sus seguidores, que produjeron frutos líricos en los lauda, cantos sagrados populares, especialmente en la parte central de Italia. El mismo san Francisco compuso uno de los más antiguos poemas italianos, la famosa “Cantica del Sole”, o “Laudes creaturarum” (1225), una “improvisación sublime” (como bien la llama Paschal Robinson) más que una obra literaria en toda forma. La creciente conciencia de si mismos que tenían los estados individuales y las ciudades dio pie después a las crónicas e historias locales. Los trovadores provenzales, que se establecieron en las cortes de Ferrara y Monferrato, o que migraban al sur hacia el reino de Sicilia, llevaban consigo las obras de amor artificial de su poesía. Tan influyente como el movimiento franciscano, aunque con un espíritu totalmente distinto, fue el impulso que le dieron a las letras los cortesanos inmorales y antirreligiosos de las cortes del Emperador Federico II y su hijo Manfredo, cuyo reino en Sicilia abarcaba no solamente la isla sino también Nápoles y todo el sur de la península.
Dante escribió: “Por el hecho de que el trono real estaba en Sicilia, sucedió que cualquier cosa que nuestros predecesores escribieron en lengua vulgar llegó a ser llamado siciliano” (V.E. I, 12). Los escritores de esta familia siciliana procedían de todas partes de Italia. No usaban normalmente el dialecto siciliano, sino que escribían en un lenguaje vernáculo que era prácticamente idéntico al que llegó a ser el lenguaje literario de la nación entera. Sus obras son casi exclusivamente poemas de amor derivados de los de Provenza. El mismo Federico (+ 1250) y su canciller, Pier delle Vigne (+ 1249), escribieron de ese modo. Muchos de esos poetas, como Ruggiero da Amicis (+ 1246), Arrigo Testa (+1247) y Percíbale Doria (+1264), tenían una alta posición social, eran notables en la historia de esa época, y murieron en el campo de batalla o en los andamios, pero su poesía carece de individualidad, es convencional y artificial en sus sentimientos. Los más notables poetas de esa escuela son Giacomo da Lentino, “Il Notaro”, que fue uno de los notarios del emperador en 1233; Rinaldo d’Aquino, pariente de santo Tomás, cuyo lamento de una joven que ha visto irse a su amado a las cruzadas fue probablemente escrito en 1242; Giacomo Pugliese da Morra, en el que encontramos una huella de realismo popular; y Cielo dal Camo, o d’Alcamo, de cuyo contrasto, “Rosa fresca aulentissima”, se dice que es posterior al 1231, está fuertemente impregnado de dialecto de Sicilia. Una nota más personal se manifiesta en el patético poema del Rey Enzo de Sardinia (+ 1272), "S'eo trovasse", escrito en la prisión de Bolonia, que concluye dramáticamente la época siciliana. El último poeta de la escuela siciliana es Guido delle Colonne (+ después del 1288), quien también escribió la “Historia Trojana” en prosa latina y es mencionado laudatoriamente por Dante y Cahucer.
Los más antiguos poetas toscanos, tales como Pannuccio dal Bagno, de Pisa, y Folcaccluero de’ Folcacchieri, de Siena (+ 1250), están estrechamente relacionados con los sicilianos. Pero desde el principio los toscanos no se limitaron a la poesía erótica, sino que también cantaron temas religiosos, satíricos y políticos. Guittone del Viva (1230-1294), conocido también como Fra Guittone d’Arezzo, se manifiesta como un seguidor de los provenzales en su poesía lírica amorosa, pero también escribe con fuerza y sinceridad en sus poemas religiosos y políticos, sobre todo en su canzone sobre la derrota de los florentinos en Montaperti (1260). Él también es autor de una colección de cartas, uno de los logros más tempranos de la prosa italiana. Ya para la mitad del siglo, además de las canzone, u odas (imitadas de los provenzales), encontramos en la Italia central dos formas de poesía lírica de origen puramente italiano: la ballata y el soneto. La caída de la soberanía suabia en el sur, a consecuencia de la victoria de Carlos de Anjou (1266), trasladó el centro de la cultura hacia Bolonia y Florencia. Varios discípulos de Guitton entran en escena. Entre ellos, los más notables son Chiaro Davanzati (de fechas desconocidas), de Florencia, y Bonaggiunta Urbicciani, de Lucca (+ después del 1296). En un nivel superior se encuentra el poeta que inició el dolce stil nuovo, “el dulce nuevo estilo” del que habla Dante: Guido Guinizelli, de Bolonia (+ 1276). Guido escribió del amor más puro con un espíritu que anticipa la “Vita nuova”, y con ello fundó una escuela a la que pertenecieron los poetas de la última década de ese siglo, aún cuando sus predecesores se adhirieron a la escuela de Guittone. Quien encabeza ese grupo es Guido Cavalcanti (+ 1300), amigo personal de Dante. Él compuso una canzone muy elaborada acerca de la filosofía del amor, en la que la poesía queda asfixiada por la metafísica. Pero en sus obras menores, originales en cuanto al motivo y personales en los sentimientos, llevó la ballata y el soneto a un grado de perfección que antes no se había alcanzado. Con él y con Dante se relaciona otro poeta florentino, Lapo Gianni (+ 1323), cuya obra pertenece a esa época, si bien él la sobrevivió. Con otra faceta tenemos las piezas humorísticas y satíricas de Rustico di Filippo, (+ cerca del 1270) y el “Tesoretto” de Brunetto Latini (+ 1294), poema didáctico alegórico que influyó en la forma externa de la “Divina Comedia”. La poesía religiosa de Umbría, que se desarrolló bajo la influencia franciscana, culmina con los laudi místicos de Jacopone da Todi (+1306), uno de los poetas sacros más inspirados que el mundo ha conocido.
Comparada con la poesía, la prosa italiana de ese siglo es insignificante. El principal cronista de esa época, Fra Salimbene de Parma (+ 1288), escribió en latín. Brunetto Latini compuso su obra enciclopédica, el “Tesoro”, en francés. De muchas de las obras que antes se creía que pertenecían a este siglo se sabe ahora que pertenecen a tiempos más tardíos y es imposible afirmar con certeza si las obras auténticas deben ser ubicadas al fin del siglo XIII o al inicio del XIV. Entre éstas se encuentran las “Cento novelle antiche”, una colección de cuentos cortos tomados de varias fuentes, y la “Tavola ritonda”, una versión italiana del romance de Tristán. En 1282 Fra Ristoro de Arezzo completó un tratado muy elaborado de cosmografía, “Della composizione del mondo”. La mayor parte de la prosa de esta época consiste de traducciones del latín o del francés. Se tribuyen a Bono Giamboni (+ pasado el 1296), un florentino que vertió al italiano el “Tesoro” de Brunetto Latini, tres tratados éticos (de fecha posiblemente posterior), basados en modelos latinos medievales que no son meras traducciones. De entre éstos, el más importante, “Introduzione alle virtù”, en parte se deriva de Boecio y Prudencio y es una alegoría religiosa impactante en la que el alma es llevada por la Filosofía al palacio de la Fe para atestiguar el triunfo de la Iglesia y alcanzar, así, la libertad espiritual.